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El rey de Jericó mandó este recado a Rajab:

— Haz salir a los hombres que han entrado en tu casa, porque han venido para reconocer toda la región.

Pero la mujer escondió a los dos hombres y respondió:

— Es cierto que esos hombres han venido a mi casa, pero yo no sabía de dónde procedían; cuando, al anochecer, estaba a punto de cerrarse la puerta de la ciudad, esos hombres salieron y no sé adónde han ido. Si os dais prisa en perseguirlos, los alcanzaréis.

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